miércoles, 19 de enero de 2011


Comida inteligente para mujeres ocupadas: la revista AR te lo cuenta al detalle

La falta de tiempo es la culpable de que nuestra cesta de la compra esté mal hecha en la mayoría de las ocasiones. Es una de nuestras frases más frecuentes: ‘no tengo tiempo’ y aterrizamos en el súper, sin pararnos a pensar en lo que realmente necesitamos y nos dejamos llevar por lo que el marketing nos ofrece.

Para enseñarnos a comprar con inteligencia y a comer y cocinar platos específicos para situaciones diferentes, como cuando estamos cansados, tenemos fatiga, estress, estamos tristes..etc, la revista AR este mes ha sacado un reportaje en el que he tenido el honor de colaborar titulado "Comida Inteligente para mujeres ocupadas".

Respondemos a preguntas como:


  • ¿Que debemos tener en cuenta para comprar con cabeza y tener una despensa que nos permita preparar platos rápidos y sanos?
  • ¿Que debemos comer para compensar un esfuerzo intelectual?
  • ¿Como aliviar los síntomas de la menstruación a través de la alimentación?
  • ¿Como cargar las pilas?
  • ¿Que comer levantar el ánimo cuando se está triste?
  • ¿Que alimentos contienen moléculas de la alegría?
  • ¿Que comer para estar radiante y guapa?... etc.


    Consejos generales

    Lo mejor es planificar la compra y hacer una buena lista con lo que consumimos cada mes. Huir de los alimentos industriales e intentar comprar cada semana fruta, verdura, carne y pescado frescos, aunque si te resulta complicado ir con frecuencia al súper, opta por congelarlos. Eso sí, en el carro mete siempre conservas de atún, sardinas, mejillones o berberechos: son un alimento excelente y bajo en grasas. Llévate también botes de garbanzos, lentejas, palmitos, maíz y brotes de soja, una buena opción para preparar platos ricos y sanos. Y no te olvides del pan, arroz, pastas y cereales que sean integrales: aportan fibra, minerales y vitaminas del grupo B. .... leer más en Revista AR

lunes, 10 de enero de 2011


Eres lo que tu padre come: la dieta paterna afecta a la salud hepática de los hijos.

Según un artículo publicado en la revista CELL, una dieta paterna baja en proteínas podría afectar la salud hepática de los hijos. El estudio realizado con ratones y llevado a cabo por un equipo de la Universidad de Massachussets en Estados Unidos determinó que la carga de enfermedades como la diabetes o el alcoholismo no sólo "se transmiten" o están condicionadas por lo que la alimentación de la mamá durante el embarazo, sino también por la dieta paterna que se transmite a través del esperma y que condicionaría el metabolismo de sus hijos.

El estudio muestra que los ratones de padres alimentados con una dieta baja en proteínas muestran cambios distintivos y reproducibles en la actividad de los genes metabólicos clave en sus hígados. Esos cambios se producían a pesar del hecho de que los padres nunca vieron a su descendencia ni pasaron tiempo con sus madres, lo que sugiere que la información nutricional pasa a la siguiente generación a través del esperma y sin ninguna clase de influencia social.

Los autores explican que sus conclusiones añaden nuevos datos sobre la importancia del paso de información (tanto genética como ambiental) de generación en generación.

La información nutricional pasa a la siguiente generación por el esperma

Un análisis detallado de los genes de las crías demostró que existen cambios epigenéticos en cientos de genes en función de la dieta paterna, incluyendo alteraciones en alguna secuencia del ADN implicada en el metabolismo de los lípidos. "Parece que cuando los padres pasan hambre, sus descendientes tienen que acumular calorías de alguna manera", señala el investigador estadounidense.

A juicio de los investigadores, en el futuro habrá que escarbar en los antecedentes familiares de los pacientes para conocer la exposición paterna a ciertos factores a la hora de abordar enfermedades como la diabetes, las patologías cardiacas o el alcoholismo.


Los descubrimientos se añaden a la evidencia de que la reprogramación epigenética de genes podría ser un importante mecanismo para pasar la información sobre el entorno, y en este caso el entorno nutricional, de una generación a la siguiente.

La epigenética se refiere a las modificaciones químicas en el ADN heredables que pueden alterar la forma en la que los genes se expresan sin cambiar la secuencia subyacente de sus componentes.

Los investigadores descubrieron que cientos de genes cambiaban en la descendencia de los ratones que habían sido alimentados con la dieta baja en proteínas. El perfil epigenético de los hígados de los ratones jóvenes mostraron numerosas diferencias dependiendo de la dieta paterna, incluyendo la modificación química de una secuencia de ADN que se cree sirve como un promotor para un factor de transcripción de lípidos clave conocido como Ppara.

La incógnita ahora es saber cómo la información se codifica y pasa del padre a sus descendientes, algo que aún se desconoce.

miércoles, 5 de enero de 2011


Más lentejas y menos bollería industrial nos ayudan a perder peso


Muchas legumbres, cereales integrales, frutas, carnes magras y lácteos desnatados. Pocos productos ricos en harinas refinadas y azúcares. Ésa podría ser la mejor receta para mantener el peso y no recuperar los kilos perdidos, según una investigación publicada en la revista 'New England Journal of Medicine'.
Lo más útil para adelgazar no es contar las calorías, sino tener en cuenta la "calidad de esas calorías" y la forma en que los alimentos se convierten en energía una vez que llegan a su organismo.
Productos como las lentejas
tardan bastante tiempo en convertirse en glucosa una vez ingeridos, por lo que se considera que su índice glucémico es bajo. En cambio, el típico arroz blanco o las harinas refinadas (a diferencia de las integrales) tienen un índice glucémico alto gracias a su capacidad para proporcionar un rápido aporte energético. Para llevar a cabo el estudio, los autores de este trabajo reclutaron a 773 familias de todo el continente en las que al menos uno de los progenitores tenía problemas de obesidad.

Tras someter a este individuo a una dieta baja en calorías para perder al menos el 8% de su peso, se le asignó un régimen de mantenimiento determinado que debía cumplir toda la familia. En total, se compararon cinco tipos distintos de dieta (todos ellos bajos en grasas y sin restricciones en cuanto a calorías) que cada núcleo mantuvo durante 26 semanas.


Después de estos seis meses, los investigadores comprobaron que quienes mejor habían mantenido su peso y menos abandonaban el régimen eran aquellos asignados a las dietas moderadamente ricas en proteínas y productos de bajo índice glucémico.


De hecho, los participantes cuya dieta combinaba ambos factores "continuaron perdiendo kilos" durante la intervención, señalan los investigadores en la revista médica. Además de continuar analizando la evolución de los pacientes analizados y la del resto de sus familias, el estudio -denominado DIOGENES- también tratará de averiguar qué individuos responden mejora a este tipo de alimentación en función de su perfil genético.

"Estamos en el camino hacia la dieta individualizada", concluye la investigación
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